miércoles, 10 de marzo de 2010

Un país de juguete

Uno de mis recuerdos de niñez más bonitos que conservo, pese a lo lejos que queda ya de quien esto os escribe, fue cuando mis padres me regalaron un tren eléctrico. Con los años, el tren fue creciendo, con una maqueta en la que había carreteritas, vías de tren, hasta una gasolinera y camioncitos... Era mi mundo, que descansaba bajo la cama y el fin de semana cobraba vida cuando conectaba los trenes, movía los camioncitos por las dos carreteritas que yo tenía en mi minimundo. Eso sí, aquel paisito se veía muy bonito, pero no soportaba demasiados vaivenes... Las vías había que tratarlas con mimo, los camioncitos y trenes eran de plástico y soportaban pocas incidencias. El cuidado que requería era extremo si uno quería mantenerlo en funcionamiento.
Precísamente hoy, a mis más de 40 años miro por la ventana de casa y lo que veo me recuerda mucho a aquel paisito de juguete...El paisaje es hermoso, la nieve, caída hace tres días cuando os escribo, lo adorna todo. Eso sí, también demuestra que este país, como el que yo de niño guardaba bajo la cama, sigue siendo de juguete. ASí lo demuestran todavía hoy 19 kilómetros de cola en el acceso de la Joanquera. Francia sigue como siempre, facilitando las cosas, de modo que ha reducido a un carril la capacidad de la autopista. Del lado español, mejor ni hablamos. El domingo fue un caos, el lunes fue un caos pero colapsado, el martes se despejaba la nieve del asfalto, pero vaya, nadie pensaba en desatascar los aparcamientos donde se llegó a acumular más de medio metro de nieve y el miércoles buena parte del país sigue atascada y sin electricidad... En fin, que mi pequeño paisito de juguete, la maqueta de tren de mi niñez, era muy frágil pero yo me bastaba para solucionar sus problemitas y mantenerlo en funcionamiento. Lástima que en este otro pàis de juguete, que parece ser el de la vida real, los muchos bienpensantes gobernantes personificados a modo de consellers, ministros y todo tipo de títeres con coche oficial no sean tan capaces de mantener las cosas en funcionamiento como el niño que fui cuidando mi maqueta de tren. Porque lo cierto es que estamos viviendo una situación que parece ser de emergencia, pero causado por algo que en principio no debería resultar excepcional. Una nevada en invierno en Catalunya no debería ser algo como para paralizar la vida y, más en concreto, la principal conexión de nuestro transporte por carretera con el resto de Europa durante más de tres días.

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