lunes, 7 de noviembre de 2011

Sobre tirar el dinero y subvenciones ecológicas al transporte

En estos tiempos de incertidubres, principalmente económicas, que nos ha tocado torear resulta más que recomendable poner en duda todo y cuanto escuchamos en lo referido al destino que nuestros gobernantes otorgan a las cada día más exiguas ayudas y subvenciones.
Me llama poderosamente la atención en los últimos meses escuchar el apoyo que se está realizando hacia el coche eléctrico. Ya sabéis al parecer se trata de un remedio mágico para solucionar la contaminación de las ciudades y, de paso, animar el mercado automovilístico cuando legiones de ecociudadanos concienciados acudan a los concesionarios para entrar en el feliz mundo del coche eléctrico. Si bueno, también existen unos pocos modelos de vehículos comerciales eléctricos, como el Maxity Electric de Renault Trucks, pero lo cierto es que en todos los casos los vehículos accionados exclusivamente por la energía acumulada en sus baterías tienen en su escaso radio de acción uno de sus frenos más preocupantes. Digo uno de sus frenos y no el único, dado que si en un momento todos decidiéramos sustituir los vehículos con motor de explosión por otros eléctricos y, claro, ya puestos enchufarlos a la red para llenar sus baterías,el apagón sería casi instantáneo.
¿Alguien ha imaginado la consecuencia evidente de algo así? Pensad en como crecería el consumo eléctrico del país si todos los camiones, autobuses, furgonetas y turismos que actualmente circulan por nuestras calles y carreteras debieran enchufarse a la red eléctrica, la misma que se sobrecarga en invierno si todos ponemos la calefacción o en verano si todos ponemos el aire acondicionado... Creo que ni con 100 nuevas centrales nucleares o substituyendo los bosques que nos quedan por bosques de aerogeneradores podríamos generar tal potencia eléctrica. Así las cosas quizás fuera más práctico y eficaz que los pocos fondos disponibles para apoyar la presencia de vehículos medioambientalmente poco dañinos se destinasen a usos prácticos. ¿Cuáles? Pues ya existen varios países de la Unión Europea que reducen impuestos a los transportistas que incorporan camiones a gas o EEV, lo diesel con filtros de partículas en su sistema de escape. También sería posible disminuir el impuesto de circulación de vehículos híbridos, existen multitud de modelos tanto de turismos como de camiones con esta tecnología, capaz de disminuir emisiones y consumos en un 20 por ciento. No hablemos ya de simplmente bonificar la adquisición de camiones Euro 6... Pero claro, aunque más oráctico y eficaz en el día a día, todo eso no queda tan bonito en los titulares como decir que apoyas un superproyecto de coches eléctricos y ya sabemos lo que le encantan las bombillas a nuestro todavía ministro de industria. En fin, esperemos que lo que venga no sea peor...

miércoles, 8 de junio de 2011

Furgonetas: ¿Un peligro?

Según un reciente estudio del RACE cada año en nuestro país una cifra cercana a las 5.400 furgonetas se ven implicadas en accidentes de circulación con víctimas. De hecho al parecer la proporción de este tipo de vehículos implicados en accidentes parece ser que crece, pues si en 2005 las furgonetas sufrían el 4,6 del total de accidentes registrados en 2009 sufrieron el 5,4 por ciento del total de accidentes.
El citado informe del RACE destaca problemas de mantenimiento, al parecer se detectan fallos mecánicos y mal estado de los neumáticos con mayor frecuencia en furgonetas que los demás tipos de vehículos. El problema es de una enorme gravedad social puesto que durante el mismo año del estudio, 2009, fallecieron en España 147 ocupantes de furgonetas. El vehículo comercial se ha popularizado enormente, su sencillez de uso junto a su practicidad hacen que empresas de cualquier tipo los utilicen, incluso que muchos particulares los prefieran… Sin embargo, si hablamos desde la óptica de profesionales del transporte veremos que el segmento de los vehículos que no superan los 3.500 kilogramos de MMA destaca también por su control mucho más relajado respecto al de los vehículos pesados. Si conducimos cualquier furgón o camión con un MMA de 3.500 kilogramos más 1 gramo, nos veremos obligados a cumplir con los horarios de descansos a que nos somete el tacógrafo. Además se instalará un limitador de velocidad que nos impedirá circular a más de 90 km/h y encima la mayoría de ayuntamientos del país nos limitan fuertemente el acceso a las zonas de carga y descarga. Por si todo eso fuera poco, encima tendremos que obtener una licencia de conducción especial, C o C1 según el tamaño del camión elegido, lo cual encima implica la obtención del Certificado de Aptitud Profesional. Vamos, que visto así se explica la proliferación de tanto furgón de 3.500 kilogramos por nuestras calles y carreteras, vehículos que cualquiera puede conducir, que nadie te va a preguntar si llevas más de 10 horas al volante y a los cuales a veces, de vez en cuando, se somete a inspecciones de peso y documentación, pero bastante menos a menudo de lo que se hace con los vehículos pesados. Así las cosas no nos extraña que las furgonetas aparezcan en las estadísticas de accidentabilidad como uno de los tipos de vehículos cuya seguridad ha empeorado en los últimos años. La combinación de menor control, menor formación para sus conductores y poco control de pesos en carretera nos parece un cóctel tremendamente peligroso, que explica en buena medida esas cifras de víctimas mortales a las que nos referíamos al principio de este artículo.
Que nadie nos malinterprete, un furgón de 3.500 kilogramos es un vehículo perfectamente seguro, sea de la marca que sea. Pero un furgón de esos 3.500 kilogramos con una caja de carga de 17 m3 de capacidad lleno hasta el techo de mercancías pesa mucho más que 3.500 kilogramos. Y ese furgón, que ahora pesa cerca de 6.000 kilogramos, cuenta con la potencia suficiente para circular tranquilamente por autopista a la misma velocidad que cualquier automóvil. Su conductor tiene la misma formación y carnet que el de cualquier automovilista y encima ni limitador de velocidad ni tacógrafo le impiden correr a voluntad o retrasar el descanso…Lo extraño es que no se sufran todavía más accidentes.

miércoles, 18 de mayo de 2011

No somos los malos de la película

Que si consumir demasiado petróleo es uno de los males de nuestra castigada economía nacional, que si los motores diesel son peores que el malo malísimo de una película de asesinos en serie para el medio ambiente, que si en las ciudades ya no cabe ni un alfiler más, que si el único modo de transporte no contaminante y respetuoso con el medio ambiente es el ferrocarril...
Todo lo que nombramos al inicio ni es mentira ni es del todo cierto pero lo que sí son argumentos que se repiten diariamente en infinidad de medios de comunicación y que están en el debate público, aunque tomados en cuenta de modo parcial y sin que quienes hablan de estos temas siempre hayan valorado todos los factores que intervienen en cada uno de ellos. Y lo malo es que claro, esas ideas van calando en la gente y cada vez la imagen de nuestro sector es la de una gente que conduce camiones, unos camiones que son los que más gasóleo gastan,los que usan motores diesel que son los peores para mantener un aire limpio en las grandes ciudades, camiones que ocupan la vía pública y sólo sirven para formar atascos... En definitiva que ningún ciudadano concienciado con el medio ambiente y la situación económica entiende como unos peligrosos sociales se empeñan en conducir sus camiones que no son más que la fuente de todos los males conocidos y, nos tememos, que también la de algunos de los desconocidos.
Así no es de extrañar que ningún gobierno parezca decidido a invertir en carreteras, ni que se pueda aspirar a beneficiarse de ayudas para la adquisición de vehículos beneficiosos para el medio ambiente, como los que equipan motores diesel EEV o adelantarse a la entrada de la norma Euro 6 y adquirir ya uno de esos camiones. De lograr que se beneficie la adquisición de vehículos comerciales híbridos ya ni hablamos.
Sería bueno para nuestro sector que alguna de las muchas asociaciones, patronales, sindicatos o quien sea que se supone que vela por sus intereses recordara a la sociedad la importante labor social que realizan los transportistas. La economía se mueve en camión, la industria y el comercio son impensables sin que sus mercancías se trasladen en camiones. Tampoco estaría mal que alguien explicase que un trailer de 40 toneladas gasta menos combustible por tonelada que cualquier automóvil de tamaño medio, tampoco estaría de más recordar que los ferrocarriles que no contaminan circulan porque están enchufados a una red eléctrica que en nuestro país obtiene energía de muchos modos y sólo en una parte minoritaria de medios respetuosos con el medio ambiente. Además, en los tiempos que corren, no estaría de más esforzarse por explicar a la sociedad en general que el transporte y la logística es uno de los pocos sectores estratégicos que todavía necesita crecer y vital para acercar nuestra economía a la de Europa. Una auténtica fuente de puestos de trabajo en cuanto superemos este bache. No estaría de más explicar también esas cosas a nuestra sociedad, porque sinó cuando vuelvan a soplar aires de huelga en el transporte, como a uno se le ocurra cruzar su camión para cortar alguna carretera lo único que va a lograr es que algún político falto de popularidad saque los tanques o las apisonadoras a la calle para barrer a los camiones de en medio. Por que hoy por hoy somos los malos de la película y a ellos en las películas se les suele tratar así. ¿Alguien cambiará el guión?

lunes, 28 de marzo de 2011

El gobernante y sus ocurrencias: ¡Cero kilómetros por hora de límite máximo autorizado!

Desde hace unas semanas quien aprovecha esta ventana abierta para escribiros dispone de más tiempo para reflexionar, gracias a una de las últimas ocurrencias de nuestro gobernante ZP. Sí, bueno, para realizar reportajes uno no tiene más remedio que conducir mucho arriba y abajo, casi siempre con la mayor parte de los trayectos por vías interurbanas y muchas veces por autopista. Así que sí, soy uno más de esos automovilistas que de repente han visto como su velocidad máxima legal, que siempre trato de mantener, se ha visto arbitrariamente reducida. Lo habréis notado e incluso padecido cuando aparcáis vuestros camiones.
Lo cierto es que el gran plan de ahorro nacional de combustible, que tiene como medida estrella la reducción de velocidad para turismos en autovías y autopistas desde 120 a 110 kilómetros por hora, en mi caso, circulando en un 90 por ciento por vías interurbanas, sólo ha supuesto ahorrar 0,2 litros a los 100 kilómetros, es decir cerca de un tres por ciento. Supongo que seré yo quien se equivoca y no los sesudos gobernantes que esperaban ahorrar un 15 por ciento del total de gasóleo consumido en España. Curioso, cuando la mayoría de turismos circulan mayoritariamente por ciudad y quedan al margen de dicho cambio normativo, al igual que transportistas, buses, vehículos comerciales…
Debo tener una mente obtusa, pues se me ocurren retorcidos sistemas de ahorrar combustible en el caso de los transportistas que no necesariamente incluyen limitaciones en la ya castigada productividad de un colectivo ya muy castigado. Sin ir más lejos la potenciación de cursos de conducción económica, algo que muchas marcas y empresas ya llevan a cabo por propia iniciativa. Incrementar el MMA legal de nuestros camiones también sería bueno para ahorrar combustible. Pues sí, simplemente reconociendo el límite de las 44 toneladas también en recorrido nacional se lograrían ahorros de combustible. ¿Suena raro? Un camión que carga cuatro toneladas más, es decir incrementa un 10 por ciento su peso total, incrementa en mucha menor medida su consumo, de modo que el gasto de combustible por tonelada transportada sería menor al actual. Y encima el castigado transportista vería crecer la productividad de su negocio. Otra medida en la misma dirección podría ser la de aceptar, siempre y cuando se adaptasen zonas de carga en polígonos y las áreas de servicio, los conjuntos Eurocombi de 25,25 metros de longitud y 60 toneladas. En este caso dos Eurocombi cargan lo mismo que tres trailers actuales. En este caso el consumo de las dos tractoras Eurocombi resulta bastante menor al de las tres tractoras que actualmente necesitamos para mover el mismo peso. De nuevo otro modo de incrementar productividad y rebajar el gasto de combustible por tonelada transportada. Y encima incrementando la productividad que según nos cuentan es el mejor remedio para ver si de una vez se nos pasa la crisis esta… No sé, quizás me equivoque y lo que en realidad le conviene al transporte para mejorar su economía sea una buena ocurrencia. Trataré de pensar al estilo ZP… ¡Claro! ¡Es tan simple! Lo mejor es limitar la velocidad de todos los camiones a 60 km/h. Eso serviría para ahorrar combustible y además daría trabajo a más conductores, porque tardarían tanto en realizar sus entregas que harían falta más conductores. Mejor pensado vamos a ahorrar en serio. ¡30 kilómetros por hora! Eso sí que es ahorrar. Y no se lo pìerdan, porque si la crisis persiste ya tengo pensada la medida final anticrisis ¡La madre de todos los ahorros! ¡Cero kilómetros por hora como velocidad máxima permitida! Y de paso ya no tenemos problema alguno con el suministro de crudo, porque los depósitos tardarán una eternidad en vaciarse. Eso sí, tendríamos que pensar alguna otra ocurrencia para solventar lo de la distribución de mercancías, porque no sé yo…

viernes, 18 de febrero de 2011

Una de precios de gasóleo, vigilantes que no vigilan y crisis…

Bueno, nos pilló a todos el toro. Andábamos despistados pensando en cómo encontrar clientes y facturar algo antes de fin de mes, sumidos en esta crisis que aunque deje de apretar un poquito sigue aquí molesta como una faja de las de antes, cuando de repente un día fuimos a la gasolinera y el puñetero litro de gasóleo… ¡Se nos puso a 1,2 euros!
Cuando las cosas iban razonablemente bien el litro de gasóleo a la venta en España ya había alcanzado esta cota, se nos explicaba entonces que si la gran demanda internacional, que si el invierno frío incrementaba el gasto de combustible y no sé cuantas cosas más que inquietaban al barril Brent y se nos ponía por las nubes. Eran tiempos en los que no faltaban cargas y una vez con el camión a tope y un destino que cubrir no era cuestión de andar regateando en el momento de repostar. Así que quien más y quien menos repostaba, daba gas y esperaba que los números cuadrasen a fin de mes.
Sin embargo ahora en que la economía lucha por salir del bache, descubrimos que todos bajamos los precios para salir adelante y seguir trabajando salvo, sorpresa, nuestras queridas petroleras a las cuales alimentamos mes a mes de modo fiel. Y es que, claro, resulta un buen negocio tener un combustible caro. No hay más que recordar que de esos 1,2 euros que pagamos por cada litro de gasóleo cerca de un 70 por ciento corresponde a impuestos. Dicho de otro modo, que repostemos donde repostemos, buscando la marca distribuidora de combustible que queramos, el principal beneficiario de los euros que desembolsamos será Papá Estado. Así las cosas, si las principales petroleras en vez de hacerse la competencia y rebajar precios en busca de clientes, miran para otro lado y mantienen los precios al alza, pues bueno, no será el mismo gobierno que recauda la mayor parte de lo vendido en gasóleo quien se ponga demasiado duro diciéndoles que no nos suban demasiado el precio. Por un lado el discurso oficial, ya se sabe aquello de que queremos controlar la inflación que no es buena para la economía, y por el otro lado la realidad y facilidad para ingresar un buen pico a fin de mes. Porque los camiones necesitan circular para facturar, muchos ciudadanos necesitan su coche para trabajar y llevar a los críos al cole, así que pagaremos como sea mientras nos vayan subiendo el gasóleo céntimo a céntimo casi sin enterarnos. Y si un día la gente se harta y se monta un lío pues, bueno, se bajan unas semanas cinco o seis céntimos y vuelta a empezar. Y mientras, las petroleras siguen facturando y el gobierno cobra cada día más impuestos que le vienen como agua caída en el cielo. Y nosotros a aguantar, a llenar el depósito mientras se pueda y mirar a ver si alguno descubre uno de los puñeteros brotes verdes en el horizonte, que buena falta nos va haciendo.

lunes, 3 de enero de 2011

¡Vente a Alemania Pepe!

Al final lo logramos y el 2010 ya es un recuerdo en los almacenes de viejos calendarios. Sin embargo la crisis esa que ya parece una vieja compañera de toda la vida, de esas como los amigos palizas, que aprovechan cualquier excusa para no irse y seguir dándote la vara, continúa aquí, bien instaladita entre todos nosotros y sin demasiadas ganas de desaparecer del horizonte.
Pese a todo, lo cierto es que no todo en el panorama es negro, poco a poco incluso en nuestra perezosa economía española van llegando algunos datos positivos, vamos eso que desde el gobierno llamaron brotes verdes cuando todavía nadie era capaz de vislumbrarlos salvo nuestras autoridades de inigualable agudeza visual. Pero lo cierto es que en este inicio de 2011 las exportaciones empiezan a levantar algo la cabeza y ya se sabe que para exportar hay que enviar mercancías a otros mercados y ahí los camiones tienen bastante que decir. Otra buena noticia es que en el resto de Europa los buenos datos económicos empiezan a ser una realidad cotidiana. Alemania empieza el año con datos récord de empleo y una economía que vuelve a ser la locomotora europea. Eso, mientras la crisis, los especuladores de los mercados y la economía internacional no nos terminen por expulsar de la UE, al menos nos ofrece un sector donde la actividad a buen seguro deberá crecer durante 2011. Así que este no debería ser un mal año para los transportistas del internacional, siempre y cuando sean capaces de resultar competitivos frente a sus colegas del resto de Europa. Otro sector que no debería tener un mal año es el del turismo, dado que para nuestros vecinos europeos las cosas no andan mal y es de esperar que con la llegada del buen tiempo busquen playas y chiringuitos donde quitarse de encima el cansancio. La alimentación es otro de los sectores que está resistiendo mejor la crisis y mueve gran número de vehículos, así que aunque la crisis siga siendo nuestra poco amigable compañera poco a poco se espera que vaya dejando de apretar, sector por sector... Eso lo están reflejando ya las ventas de vehículos industriales en España. Levemente pero crecen y eso es el mejor indicador de que algunos transportistas encaran el futuro con cierto optimismo y se atreven a invertir aunque a un nivel mucho menor de lo que todos considerábamos normal hace cuatro años.
Sin embargo tenemos la losa del paro y eso vamos a tardar todavía demasiado tiempo en quitárnoslo de encima, salvo alguna milagrosa solución económica que ninguno somos capaces de ver en el horizonte. Así las cosas, para quienes ven pasar los meses mientras agotan sus prestaciones quizás la solución nos viene del pasado. Dicen que los pueblos que no evolucionan están condenados a repetir la historia. En los 60 España empezó a salir del agujero económico gracias a la emigración que marchó a trabajar a Alemania... Puede que ahora se repita el fenómeno, porque en Alemania empiezan a echar de menos mano de obra, cuesta encontrar camiones en sectores como el de la construcción, así que...Parece que todo está servido para que pasemos de ser un país que intentaba figurar entre las primeras economías del mundo a recuperar el viejo lema de los años 60: ¡Vente a trabajar a Alemania, Pepe!