miércoles, 7 de julio de 2010

¡Por favor que nos dejen como estamos!

Todos hemos visto esas películas de muchos tiros, indios y vaqueros,en las que aparecen como parte del decorado pueblos fantasma. Son lugares con o sin encanto, donde las casas abandonadas se van deteriorando con el paso del viento y los rigores climatológicos, pero manteniendo el retrato del último día en que aquella casa tuvo alguna utilidad.
Últimamente no he tenido la suerte de andar por las llanuras de Arizona o Nuevo México, pero si que me han venido a la mente esas imágenes de western, recorriendo las rutas de nuestro país. Simplemente recorriendo la autovía A43 por tierras de Castilla La Mancha uno puede ver junto al arcén una serie de gasolineras y restaurantes que yacen totalmente abandonados y sin utilidad. Sin embargo no son viejas construcciones que han sido abandonadas. Es más, uno tiene la impresión que los automovilistas todavía se detendrían en dichas áreas de servicio sino fuera porque porque éstas se encuentran al pie de la vieja carretera nacional, ahora convertida en simple vía de servicio, en su recorrido paralelo a la actual autovía.
El drama en este caso no sobrevino con el agotamiento de un filón de oro o algo así, propio en las historias de pueblos abandonados de aquellas películas. No, aquí el que ha causado el abandono de dichos negocios que servían al viajero a pie de carretera con total eficacia desde hacía décadas ha sido papá estado. Sí, ese que nos sube los impuestos para poder cuidar de todos nosotros, ese que a veces incluso tenía a bien desdoblar carreteras para facilitar el transporte. Lástima que precísamente al transformar una vieja nacional en autovía, caso de la castellana A43, muchas de las áreas de servicio ya existentes quedaron tan lejos de la salida más próxima que sus dueños y empleados no tuvieron más remedio que cerrar sus negocios mientras veían pasare a sus antiguos clientes a pocos metros de sus establecimientos. En estos tiempos de paro es triste comprobar como una inversión pública, una mejora para nuestras carreteras que tanto necesita el transporte, haya servido también para acabar con algunos pequeños negocios. En definitiva para acabar con algunas de esas pequeñas empresas que tanto necesita ahora el país para salir adelante.