viernes, 18 de febrero de 2011

Una de precios de gasóleo, vigilantes que no vigilan y crisis…

Bueno, nos pilló a todos el toro. Andábamos despistados pensando en cómo encontrar clientes y facturar algo antes de fin de mes, sumidos en esta crisis que aunque deje de apretar un poquito sigue aquí molesta como una faja de las de antes, cuando de repente un día fuimos a la gasolinera y el puñetero litro de gasóleo… ¡Se nos puso a 1,2 euros!
Cuando las cosas iban razonablemente bien el litro de gasóleo a la venta en España ya había alcanzado esta cota, se nos explicaba entonces que si la gran demanda internacional, que si el invierno frío incrementaba el gasto de combustible y no sé cuantas cosas más que inquietaban al barril Brent y se nos ponía por las nubes. Eran tiempos en los que no faltaban cargas y una vez con el camión a tope y un destino que cubrir no era cuestión de andar regateando en el momento de repostar. Así que quien más y quien menos repostaba, daba gas y esperaba que los números cuadrasen a fin de mes.
Sin embargo ahora en que la economía lucha por salir del bache, descubrimos que todos bajamos los precios para salir adelante y seguir trabajando salvo, sorpresa, nuestras queridas petroleras a las cuales alimentamos mes a mes de modo fiel. Y es que, claro, resulta un buen negocio tener un combustible caro. No hay más que recordar que de esos 1,2 euros que pagamos por cada litro de gasóleo cerca de un 70 por ciento corresponde a impuestos. Dicho de otro modo, que repostemos donde repostemos, buscando la marca distribuidora de combustible que queramos, el principal beneficiario de los euros que desembolsamos será Papá Estado. Así las cosas, si las principales petroleras en vez de hacerse la competencia y rebajar precios en busca de clientes, miran para otro lado y mantienen los precios al alza, pues bueno, no será el mismo gobierno que recauda la mayor parte de lo vendido en gasóleo quien se ponga demasiado duro diciéndoles que no nos suban demasiado el precio. Por un lado el discurso oficial, ya se sabe aquello de que queremos controlar la inflación que no es buena para la economía, y por el otro lado la realidad y facilidad para ingresar un buen pico a fin de mes. Porque los camiones necesitan circular para facturar, muchos ciudadanos necesitan su coche para trabajar y llevar a los críos al cole, así que pagaremos como sea mientras nos vayan subiendo el gasóleo céntimo a céntimo casi sin enterarnos. Y si un día la gente se harta y se monta un lío pues, bueno, se bajan unas semanas cinco o seis céntimos y vuelta a empezar. Y mientras, las petroleras siguen facturando y el gobierno cobra cada día más impuestos que le vienen como agua caída en el cielo. Y nosotros a aguantar, a llenar el depósito mientras se pueda y mirar a ver si alguno descubre uno de los puñeteros brotes verdes en el horizonte, que buena falta nos va haciendo.