viernes, 8 de enero de 2010

Después de todo no fue un año tan malo

Todos los que conducimos y, más especialmente quienes pasáis vuestra vida laboral frente al volante, tenemos motivos para celebrar la disminución en las cifras de mortalidad al volante registradas en las carreteras españolas durante 2009. Ha sido un drama, casi 1.900 muertos en accidentes. Sinó fuera por la normalidad con que nuestra sociedad encaja ese dramático goteo de vidas truncadas mientras se trasladaban en cualquier clase de automóvil, desde motocicletas hasta vehículos pesados, esa debería ser la máxima preocupación en nuestra sociedad. Si el país hubiese sufrido una guerra o ataques terroristas que hubiesen causado una cifra de bajas parecida, todos viviríamos atemorizados y sentiríamos éste como nuestro problema más grave.
Sin embargo, no es así. En las sociedades occidentales hemos interiorizado las muertes al volante como una especie de tributo asumible, algo que pagamos encantados a cambio de poder disponer de nuestros coches, poder divertirnos a lomos de motocicletas y poder transportar millones de toneladas a bordo de camiones de todo tipo. Así las cosas no podemos más que admitir que las múltiples medidas emprendidas desde las autoridades de tráfico, con el fin de disminuir a la mitad las víctimas mortales en accidentes de tráfico para 2010 han surtido efecto. Lo cierto es que en España no se registraban menos de 2.000 muertes al volante desde 1964, cuando el parque móvil nacional era de dos millones de vehículos, frente a los 31 millones que se mueven actualmente por nuestras carreteras. Radares, tacógrafos, cinturones de seguridad,limitadores de velocidad, controles de alcoholemia... Son partes de una política que a veces puede percibirse como cohercitivos pero que al final forman parte de un todo que ayuda a salvar vidas al volante. De hecho, en los últimos 5 años el cambio de mentalidad al volante ha ayudado a disminuir los accidentes con víctimas mortales, se estima que salvando durante dicho período a más de 7.000 personas. Eso sí que es un éxito. 1897 víctimas al volante todavía son demasiados, una ya lo sería, pero a parte de lamentar esa pérdida y el dolor que sus familiares sintieron debemos celebrar que entre todos estamos disminuyendo uno de los mayores males de nuestra sociedad. Quizás algún día logremos que el automóvil deje de cobrarse su sangriento impuesto y los accidentes de circulación con fallecidos sean algo tan noticiable como lo es hoy en día un accidente de aviación. Estamos en el buen camino para lograrlo.

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