jueves, 10 de diciembre de 2009

El transporte también se la juega en Copenague

En estos días los grandes medios de comunicación nos hablan mucho de la cumbre internacional sobre medio ambiente que se celebra en la capital danesa. Se nos atemoriza explicándonos todos los males que sufrirá el planeta si los políticos no nos salvan de este nuevo fin del mundo, del mismo modo que nos salvaron del peligroso año 2000, el holocausto nuclear y tantos otros modos de acabar con la vida en el planeta desde que la peste negra medieval acabó con la vida de medio continente europeo.
Cuando se nos habla de salvar los arrefices de coral, evitar la deforestación o salvaguardar los glaciares mundiales, puede suceder que sumidos en la batalla diaria por llegar a fin de mes no hagamos demasiado caso de esos buenos deseos medioambientales... Pero, claro, sucede que cuando los políticos abandonen Copenague lo harán cargados de buenas intenciones y luego, deseosos de demostrar a la opinión pública que nos cuidan y son capaces de salvar el planeta empezarán a tomar medidas. Cambiar el modelo energético es algo lento y que se enfrenta a poderosos intereses, que si los defensores de lo nuclear, que si las petroleras, que si ¿cómo vamos vamos a enviar al paro a los pocos mineros que quedan? En cambio, renovar unas exigentes normas antipolución para los malos de siempre, los transportistas con sus humeantes camiones, resulta algo simple y que queda estupendamente en los titulares. ASí las cosas podemos irnos preparando para los futuros Euro 6, Euro 7, Euro 8...
Una vez tuve la ocasión de entrar en un centro de experimentación de motores de una multinacional de la automoción. Hace 4 años tenían en marcha un motor que suponían podría cumplir con un Euro 6 o Euro 7. Todavía no existen las normas, pero ellos lo suponían en base a las mínimas emisiones que habían conseguido con aquel motor diesel. A primera vista parecía normal, unos 450 CV con una cilindrada cercana a los 12 litros, pero... Aquella joya mecánica estaba rodeada de tubos y radiadores. No en vano utilizaba a la vez los dos sistemas que en la actualidad permiten cumplir los niveles Euro 4 y Euro 5, es decir que aprovechamiento de los gases de escape y además el tratamiento con ADblue y además se había modificado las cámaras de combustión para lograr la explosión de combustible a mucha menor temperatura. ¿El resultado? Medioambientalmente impecable, pero los técnicos explicaban que aquel motor tenía un coste mucho mayor al de los actuales y su complejidad mecánica era tal que podía tratar de tú a tú a los prototipos de vehículos híbridos, pilas de combustible, etc. Vamos, que nos podemos ir olvidando de que los camiones sean más baratos en el futuro inmediato.

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